MÓNICA NARANJO URIBE + CINTA TABUENCA

30.08.2020 - 30.09.2020

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LA POROSIDAD DEL ESPACIO de MÓNICA NARANJO URIBE / 2019 /  8' 8" / video monocanal / full HD / sonido envolvente / Colombia / Cuba

*La artista sugiere utilizar audífonos para ver el vídeo*

 Todas las cuevas hablan

Gaston Bachelard [1]

Las cuevas estaban en un principio. O tal vez no. Pero las de Mónica Naranjo Uribe parece que llevan contemplándonos toda una vida, esperando a que alguien las encontrara en su escondite y sintiera esa revelación que uno cree que sólo alcanzará a través de lo más duro, profundo y arcano de la naturaleza. Aquello que ella encuentra en la tierra

Un poro es una huella de tiempo que atraviesa la materia. Ese porcentaje de vacío y hueco espacia nuestra existencia con la estrategia de una gota de agua. La artista trabaja de una forma emocional, intuitiva y física como punto de partida. Algunas ideas, la atraviesan más tarde y detonan con el tiempo. Como ocurrió con su registro de las cuevas. 

Desde hace un tiempo que a Mónica le gusta pensar desde la geología, acercarse a los lugares a través de ella y comprenderlos desde las otras dimensiones que ésta permite. Hay en la tensión de la materia y en su transformación, un grado de abstracción que también habla de procesos específicos del hombre y los conecta con sus niveles físicos y emocionales. Esa búsqueda de conexión constante en la que lugares y tiempos comparten patrones con comportamientos geológicos, es la que define la línea de trabajo de la artista. Desde esa abstracción de la tierra, lee los espacios y también los huecos que existen dentro de ellos, como ya hizo en su estudio sobre la oquedad de las rocas. Y es así también como se adentra en lo subterráneo de lo subterráneo, en el poro del poro, en la raja de la cueva.

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La porosidad del espacio arranca en uno de esos poros: una cueva en el subsuelo de Cuba. ¿Es, acaso, la cueva, un umbral de mundos, un espacio ambiguo entre el adentro y el afuera? ¿Es, a la vez, y en sí misma, un espacio? A las afueras de La Habana, debajo de las ruinas urbanas, comparten coordenadas –y más– esos lugares invisibles, ocultos, no domesticables que son las cuevas subterráneas. 

¿Es la cueva, también, una casa abandonada? ¿Son la misma cosa, pero en tiempos distintos? Al pasar al lado de ellas, muchas se mantienen cerradas por precaución, y pasan a ser lugares inhabitados, sin ojos que las visiten, sin uso, sin función específica. Esos sitios que simplemente están. Pero si uno se cuela en ellas, la manera de transitarlas converge en un vértigo inicial seguido de ese remanso que sólo a veces otorgan los secretos. 

El paseo espeleológico urbano tiene algo de entrar en un lugar al que uno no ha sido invitado y donde todo parece estar suspendido. Nada escapa al tiempo, pero tampoco al desorden. La mirada de la artista nos recuerda que construimos sobre ruinas, y que debajo de nosotros esperan asomar su polvo los restos de la historia enterrada, como también nosotros lo haremos cuando descansemos bajo los pies del futuro. 

La visita a una cueva siempre es parcial. Nuestra vista sólo abarca fragmentos de materia y pequeñas piezas de luz en un mundo poroso. Dentro, las rocas se asemejan a los huesos de algo más grande que no vemos y los cristales albergan en sus archivos de memoria la luz que han ido tomando. Las estalactitas y estalagmitas se unen en una columna de tiempo. Un árbol atraviesa estratos de tierra con sus raíces buscando sin éxito el núcleo por abajo y con su troncos y ramas el cielo por arriba. La gota destruye y construye a su antojo desde su condición invisible. ¿Es aquí donde se guarda el silencio del tiempo profundo del que habla la artista?   

La cueva casi ha abandonado por completo su condición ancestral de espacio doméstico, ritual y de refugio. Sin embargo, las cavernas se forman con un tipo de roca sedimentaria, la caliza, de la que se extrae el cemento para la construcción. De forma que las casas, de algún modo, siguen estando hechas de cuevas, y a su imagen, guardan salas y columnas. A veces, incluso es posible encontrar en casa abandonadas, de aquellas que fueron levantadas con cemento, estalactitas naturales. Y una se para a pensar entonces que sí, que en su abandono, una casa deshabitada y una cueva son casi lo mismo y que, como dijo Frank Estévez, la casa es un decir y el tiempo es lo habitado [4].

Texto escrito por Cinta Tabuenca para corrient.es, agosto 2020.

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[1] La tierra y las ensoñaciones del reposo de Gaston Bachelard.

[2] Fotograma de La porosidad del espacio, cortesía de Mónica Naranjo.

[3] Detalle de dibujo de estudios sobre cuevas. Mónica Naranjo Uribe. Tinta y grafito sobre papel, 35x25cm, 2020.

[4] El tiempo es una casa de Frank Estévez.


Mónica Naranjo Uribe es una artista colombiana, nacida en Berlín, Alemania. Su obra parte de encuentros físicos e íntimos con geografías específicas, que elabora a través de narraciones visuales, en dibujo u otros medios. En los últimos años se ha centrado en la geología, buscando una manera de entender los lugares desde su condición física. Y cómo a través de las narraciones científicas sobre sus procesos de formación y transformación, pueden detonar una comprensión poética que sugiera cómo los límites entre la naturaleza y el hombre son una ilusión. Especialmente le interesa abordar el mundo mineral por aparentar ser el más distante para el hombre. Es graduada en Artes Plásticas y Diseño en Medellín y de una maestría en la Royal College of Art, Londres. Su trabajo ha sido expuesto diversos países en Latinoamérica y Europa. Dentro de sus residencias y premios se destacan: Premio Casa Wabi + ArtReview, Beca COINCIDENCIA para residencia en La Becque (Suiza), Beca FE para Escuela FLORA/Flora Ars+Natura (Bogotá), Beca de Creación del DAAD (Berlin), nominada a premio Artistas Emergentes CIFO (Fundación Cisneros Fontanals), Beca de Creación para Jóvenes Artistas del Ministerio de Cultura de Colombia (Lugar: Islandia), entre otros. Creadora y editora de la editorial independiente Nómada Ediciones.


Cinta Tabuenca nació en Huesca, España en 1986 y actualmente reside en Madrid. Su trayectoria académica y profesional es multidisciplinar y versátil, y gira en torno al arte, el cine y la narrativa. Ha trabajado como coordinadora de comunicaciones para FLORA Ars+Natura (Bogotá), ha sido responsable del Festival de las Artes y la Salud Mental de los Pirineos, gestora cultural en CQTC Escocia y editora de contenidos para publicaciones de arte contemporáneo. También ha colaborado con museos, ciclos, programas y festivales de cine, filmotecas y producciones cinematográficas. En la actualidad se encuentra inmersa en la realización de un proyecto documental, con el que obtuvo la Beca Ramón Acín de las Artes Visuales en 2019, y que reflexiona sobre otra formas y conceptos de viaje y turismo basados en el azar.


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